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Pipo movilizó las redes sociales, y más de catorce mil personas firmaron para pedir su indulto a la Consejería de Agricultura. Pero más que todo eso han pesado los argumentos técnicos y la prevención, y a la postre el animal fue ejecutado ayer para prevenir el «grave riesgo» que podría causar para la salud pública.

Pipo era un perro mestizo de poco más de un año de vida, que el pasado 1 de junio tuvo la desgracia de ser arañado por la perra con rabia que atacó a cuatro menores y a varios animales ese mismo día en Toledo capital. Desde el 8 de junio, se encontraba en la perrera de Numancia de la Sagra, donde fue revacunado de la enfermedad, y donde a la postre, a pesar de los ruegos pos su indulto, fue sacrificado ayer.

Tras varios días a la espera, la  Consejería de Agricultura del Gobierno regional publicó el miércoles en el Diario Oficial de Castilla-La Mancha una resolución en la que ordenaba el sacrificio del animal. Sustentaba su decisión en el «grave riesgo» que el animal puede causar para la salud pública, todo ello en base al Plan de Contingencia para el Control de la Rabia de Animales Domésticos activado a principios de mes.

El documento establecía que se procederá al sacrificio y a la destrucción del cadáver de los animales mordidos o arañados (como Pipo) por la perra infectada por rabia que posean títulos de anticuerpos inferiores al 0,5 después de haber sido revacunados contra la enfermedad. En el caso de Pipo, los niveles se encontraron en el 0,18, es decir, muy por debajo de lo que marca la normativa.

La resolución dicta que será la Asociación para la Protección, Adopción y Defensa de Animales de Toledo (Apadat), como responsable del animales, la encargada de ejecutar el sacrificio en el mismo centro de aislamiento donde se encuentra. En caso contrario, tendrían que hacer el sacrificio los Servicios Oficiales Veterinarios de la Consejería de forma subsidiaria. Finalmente, fue así, según informan fuente del Gobierno regional.