Las huellas soviéticas de Santa Cruz de la Zarza

J. M. / Santa Cruz de la Zarza
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Pilotos del Este participaron en el bando republicano con el aeródromo de Santa Cruz de la Zarza como base

Al fondo del cementerio de Santa de la Cruz de la Zarza, un monolito inmaculado y flanqueado por lilos despide al visitante en un recorrido plagado de tumbas centenarias que evidencian la alta mortalidad infantil de principios del siglo XX. El homenaje se rindió a unos adultos que aterrizaron de la antigua Unión Soviética hace ahora 80 años. Vivieron dos años en total sintonía con los santacruceros; tanto, que hasta hubo matrimonios. Se trataba de los pilotos soviéticos que colaboraron con el bando republicano durante la Guerra Civil. Siete años después de la colocación de este recuerdo, con una inscripción en caracteres latinos y cirílicos, visitantes del Este siguen acudiendo periódicamente, con claveles rojos u otro distintivo de ese color, al camposanto para tributar un sentido y patriótico gesto en memoria de estos soldados.

Los lilos recuerdan a la Unión Soviética porque se trata de una variedad que sólo se encuentra en el este de Europa. El camposantero de Santa Cruz de la Zarza, Juan Carlos Navarro, recuerda que plantó las flores traídas por una visitante rusa que leyó, seguramente emocionada, la inscripción del monolito: «En memoria de los aviadores militares soviéticos caídos en España durante la Guerra Civil de 1936-1939 y enterrados en este cementerio». Casi en el límite de las provincias de Toledo y Cuenca, y a 80 kilómetros de Toledo ciudad, atrae todos los años a familias y autobuses cargados de visitantes para honrar la memoria de los soldados soviéticos; incluso el embajador ruso actual, Yuri P. Korchagin, frecuenta este rincón del cementerio, donde se ejecutaban las inhumaciones civiles. Estos visitantes acuden incluso con popes para oficiar un acto religioso en el lugar.

Una exposición sobre la participación soviética en la Guerra Civil española desempolvó hace unos años la presencia de estos aviadores en Santa Cruz de la Zarza. Hay confirmada la presencia de dos cuerpos en el camposanto, pero se cree que pueda haber hasta cinco. Un accidente de tráfico o combates en los frentes del Jarama, Brunete y Guadalajara pudieron ser las causas de las muertes de estos soldados que fallecieron en el pueblo.

El Ministerio de la Guerra elaboró en 1922 un proyecto de aeródromo militar en Santa Cruz de la Zarza por la planicie y la presencia de agua. En 1936, los republicanos rescataron el plan y se instaló un aeródromo para defender Madrid desde la retaguardia. Un bando municipal de septiembre de 1936 instó a los agricultores para que subieran a explanar el terreno, y con mulas y rodiles allanaron la superficie en un santiamén para facilitar la apertura del aeródromo.

Los soldados aterrizaron entre noviembre y diciembre de 1936, y a principios del año siguiente hay constancia ya del uso del aeródromo militar de Santa Cruz de la Zarza. La presencia soviética se extinguió en los estertores de la Guerra Civil, cuando fueron sustituidos por pilotos españoles. «Incluso ayudaron a aplacar las represalias en un pueblo donde no había fuerzas del orden desde un día o dos antes del golpe de Estado», resalta Tomás Lorenzo sobre los soldados soviéticos.

El alcalde de Santa Cruz de la Zarza acudió hace tan sólo dos meses a una recepción de la embajada rusa en un acto con marcado perfil militar, como muestra del vínculo existente entre las dos instituciones.

Por un camino medio escondido entre Santa Cruz de la Zarza y Cabezamesada, a unos cuatro kilómetros del primero, sobresale una oquedad junto a unas ruinas. Los restos se cree que se corresponden con un puesto de mando militar del aeródromo, y la oquedad conduce a un refugio de 35 metros de longitud ubicado a diez metros bajo tierra.

El mundo se oscurece y repunta el frío en un estrecho pasillo de metro y medio de ancho alfombrado de cascotes, donde se debieron de oír los aviones que bombardearon el pueblo y acabaron con tres vecinos. El aeródromo medía 1.200 metros de largo por 750 metros de ancho y contaba con el refugio, dos nidos de ametralladora, una caseta para pilotos y otra para mecánicos, un pequeño polvorín y el depósito de combustible.

la casa de la calle mayor. También queda testimonio de la vida cotidiana. Parte de los soldados soviéticos vivieron en la casa expropiada a la familia de la pintora Amalia Avia, en la calle Mayor, todavía en pie y a metros del Ayuntamiento de Santa Cruz de la Zarza. Así como en el edificio que ocupaba la Guardia Civil y que sirvió de base para estos militares.

El Ayuntamiento tiene previsto organizar visitas acerca de las huellas del ejército republicano y la presencia de los soldados soviéticos, con atención a los refugios, como uno pendiente de restauración bajo el centro social. El cerro que ocupa la iglesia de Santiago está horadado y se sitúa allí esta construcción en la que se ocultaban los vecinos alertados por la sirena en la torre de la iglesia.