Tres piscinas y una playa para acercarse al Tajo

J. Monroy
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Un grupo de estudiantes de Arquitectura plantea un proyecto para recuperar las turbinas de Vargas el molino de San Servando sin una gran inversión y permitir recuperar la vida junto al río.

El 19 de junio de 1972, el Gobernador Civil comunicó a todos los alcaldes de las poblaciones toledanas surcadas por el Tajo que quedaba prohibido el baño público por la contaminación. Perdió por entonces Toledo su playa, y poco a poco se ha ido alejando y dando la espalda al río que le dio la vida. Para la historia quedan un puñado de fotografías y algunos vídeos de los toledanos disfrutando de las «corrientes aguas, puras, cristalinas» que describiera Garcilaso.  

Un nuevo proyecto propone recuperar el río Tajo para la vida de la ciudad con la creación en el entorno de las turbinas de Vargas de tres piscinas, una playa, un escenario, un restaurante, una cafetería y una pasarela peatonal sobre las aguas. Sería en un entorno hoy totalmente abandonado, cerca de donde se ubicó el Artificio de Juanelo, pero que se puede reutilizar para recuperar el río con muy poco dinero. Además, la actuación sería posible incluso sin que terminen de limpiarse las aguas. Un grupo de estudiantes de cuarto de Arquitectura está elaborando para la asignatura Taller de Proyectos VII un plan para mejorar todo este entorno, que por muy poco dinero obtendría una importante rentabilidad urbana, e incluso se podría autofinanciar con los ingresos hosteleros o los baños del verano.

La consejera de Fomento, Marta García de la Calzada, ya ha recibido algunos de los trabajos de este curso en materia de renovación urbana, como el de recuperación del barrio de Corea. Pero de la mano del profesor José Ramón de la Cal, otros alumnos están preparando más interesantes proyectos, como este recuperación del entorno del río, otros de Vega Baja o la recuperación de las murallas. Son los propios alumnos los que han buscado el proyecto.

La Confederación Hidrográfica demolió en los años noventa las turbinas de Vargas, y desde entonces el espacio permanece abandonado junto al río, sólo visitado por pescadores y curiosos que se pasean por las ruinas. Rubén Mejías, José Miguel Cervantes, Alberto Mejías y Carmen Cabañas han elaborado el proyecto con la idea de recuperar las playas del Tajo a través de unas piscinas junto al río, separadas de él por un muro para que no entre la contaminación, pero sí con las vistas históricas a la ciudad desde la parte más baja.

El trabajo se centra en la recuperación de las ruinas de las turbinas de Vargas y del edificio del molino de San Servando, y plantea un trazado continuo entre ambas, con una pasarela ligera peatonal sobre el río, aprovechando el muro de presa.

El molino de San Servando quedará como restaurante y cafetería. La actuación tan sólo consistirá en la construcción de una escalera interior y la reposición de algunos forjados. Los redactores del proyecto han estudiado las patologías del edificio, y creen que con la recuperación de los forjados será suficiente para sujetar el edificio, y evitar que continúe abriéndose. En cualquier caso, la idea es mantener la estética de ruina. No habrá alicatados, ni se pintará, sino que se dejará la esencia actual. De forma que centro del inmueble quedará diáfano, rodeado de  dos plantas más de pasarelas que permitirán la vista hacia Toledo mientras se come o cena. La cocina quedará en el sótano. El acceso al molino se podrá realizar desde la zona superior de forma directa por la carretera. Y a partir de allí, unas escaleras permitirán recorrer todo el edificio y bajar hacia la conexión con las turbinas.

Las antiguas turbinas de Vargas son unas instalaciones de gran extensión a las orillas del Tajo, que hoy pasa desapercibida, cubierta por la vegetación. Como lo que quedan son los cimientos del edificio, el proyecto plantea utilizarlos para crear zonas de baño. Prácticamente no habría que hacer obras importantes, porque incluso están creados los accesos y las escaleras; lo más importante sería una limpieza. La estructura actual tiene cuatros estancos que se podrían utilizar como piscina. El central, no obstante, más cercano a la entrada al recinto, se plantea como patio para zona de representaciones en verano. Se trata de un espacio con acceso a unas habitaciones que todavía subsisten, y que se utilizarían para los vestuarios y para las instalaciones de la cafetería, que a su vez se podría extender por un amplio espacio de esparcimiento al aire libre. Allí también se proyectan las taquillas. Los dos estancos siguientes aguas abajo serán piscinas destinadas al baño. Jugando con la altura del suelo, habría espacios con distinta profundidad. Y el espacio que se sitúa todavía más abajo se plantea como una playa artificial de acceso a las piscinas, en la que se conserve la vegetación. Los accesos se realizarán por la zona externa, por los propios muros del inmueble, que son tan gruesos que permiten el paseo. Finalmente, la piscina interior de aguas arriba estaría destinada a los niños, dado que tiene mucha menos profundidad. Junto a la amplia cafetería, unas rampas permitirán acceder al espolón sobre el río, que servirá como solárium, y de acceso al molino de San Servando.

La recuperación de todo este entorno con piezas ligeras no sería excesivamente costoso. Sobre todo sería necesaria una limpieza. En principio, el agua para las piscinas puede venir directamente desde el saneamiento de la ciudad, aunque también se podría utilizar el propio agua del Tajo depurado, por algo más de dinero. Además, las instalaciones no sólo se usarían en verano, dado que quedan espacios bastante grandes para la hostelería y para el desarrollo cultural.