La guerra de los manteros

SPC
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La brutal agresión al turista estadounidense José Bravo vuelve a abrir el delicado debate sobre un colectivo que se salta la ley y es más agresivo

Cuatro meses y medio después de los sucesos de la Plaza de Lavapiés en Madrid, en los que se produjeron brotes de violencia entre manteros y Fuerzas del Orden a raíz de la muerte por un infarto en plena calle de un subsahariano que estaba siendo atendido por una pareja de la Policía, con la consiguiente ola de pánico entre los vecinos, en Barcelona, este colectivo vive con cierta tensión debido a la brutal paliza que recibió el pasado miércoles por la noche un turista estadounidense que casi pierde la vida. Su pecado, haber ayudado, a través de la mediación, a una mujer que había sido increpada al quejarse de que no podía pasar con su carrito de bebé por la Plaza Joan de Borbó, un auténtico zoco ilegal.

Curiosamente, horas antes, un grupo de vendedores ambulantes se enfrentó con objetos contundentes a los Mossos d’Esquadra en Salou (Tarragona). Dos agentes resultaron heridos leves después de identificar a dos que transportaban material para el top manta. La Policía Autonómica está investigando los hechos, al tiempo que se queja de que la agresividad ha aumentado entre los vendedores, y que muchos de ellos se sienten «crecidos».

Para el portavoz de la Plataforma de Afectados por el Top Manta, Fermín Villar, existe una total impunidad con este colectivo. «El descontrol en la calle de la venta ilegal ha significado la pérdida del espacio público por parte de la ciudadanía y su ocupación por grupos como los manteros».

Mientras, la segunda teniente de alcalde de la Ciudad Condal, Laia Ortiz, que ejerce como alcaldesa accidental, condenó en un tuit la paliza, al tiempo que subrayó que se han interpuesto más de 70.000 multas durante 2017 por venta ambulante. No obstante, pidió un esfuerzo a Interior para que enviara más agentes a la zona