Dos historias del Mapoma

Sergio Miguel
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Vanessa Veiga no podrá correr la prueba de maratón por una lesión y disputará la de 21 kilómetros, pero confía en que Belén Gómez, su amiga, debute en la distancia reina alcanzando la meta

Amigas, mujeres, madres y atletas. El orden de los factores no altera el producto: dos ejemplos de cómo vivir la pasión por el deporte. Son Vanessa Veiga y Belén Gómez. Ambas correrán este domingo el Maratón de Madrid y el destino ha querido que lo hagan separadas, aunque unidas.

Las molestias en el tendón de Aquiles aconsejan a la deportista del Adidas no competir en la distancia de los 42 kilómetros, pero la toledana no quiere faltar a su cita con Madrid y tratará de realizar un buen papel en el medio maratón. Eso no significa que no esté presente en la distancia larga, puesto que la capitalina confiesa que «lo correré a través de Belén, mi mejor amiga, cuyo debut supondrá para mí un orgullo y una motivación».

Por su parte, Belén Gómez se enfrenta a su primer maratón con el objetivo «y la responsabilidad» de terminarlo. Y es que al referirse a la gran cita que le espera el domingo reconoce «sentir una gran emoción». Pensando que su estreno iba a ser en Valencia, en otoño, se estuvo preparando «sin saberlo» para correr el de Madrid, y la confianza de su entrenadora Vanessa Veiga en sus posibilidades para terminarlo le llevó a decir «adelante». Aunque una corra por afición y la otra por profesión, en el Mapoma ambas serán un dorsal con la historia que cada uno encierra.

Vanessa veiga.

Decirle ‘no’ a Madrid no es una opción para Vanessa Veiga. «De la misma manera que el maratón de mi marido –Julio Rey– es Hamburgo, el mío es éste y yo lo valoro tanto o más que unos Juegos Olímpicos», dice la toledana. Sólo teniendo en cuenta esto se puede comprender que quiera competir a toda costa y, al no poder en los 42 kilómetros, lo hará en los 21.

Admite la atleta del Adidas que «lo ideal sería no correr, pero me ha costado mucho trabajo esta preparación». Vanessa Veiga habla de sufrimiento, de «correr dos horas con un suplicio en el pie o hacerlo con la música a tope para no pensar en el dolor». Pero también de un pacto: «Mi padre estaba malito hace unos meses y nos hicimos la promesa de que él se pondría bueno y yo le dedicaría el triunfo en el maratón un día que casi coincide con su cumpleaños, pero no voy a poder».

Si bien puede dolerle no estar en su carrera el domingo y tener que hacer el medio maratón, la toledana extrae una lectura positiva de ello. «Estoy tranquila porque he hecho lo que he podido para llegar y creo que dar todo lo que tengo dentro es el mejor regalo para él», se sincera. Asimismo, se consuela sabiendo que «una pequeña parte de mí correrá en las piernas de Belén y le servirá a ella para llegar a la meta».

Belén Gómez.

Que Belén Gómez no sea una deportista profesional no quiere decir que su dorsal esté huérfano de una historia. Muy al contrario, esta actividad cobra una dimensión tan amplia como para Vanessa Veiga, ya que asegura que «el atletismo me ha salvado la vida». Confiesa que ha pasado «momentos muy difíciles», pero correr «ha sido una válvula de escape y gracias a ello me he podido centrar, hasta el punto de que ahora, si no puedo salir un día por falta de tiempo, noto que me falta algo».

De la noche a la mañana, su proyecto de vida cambió y, sola junto a sus hijos, tuvo que coger las riendas para seguir adelante. «Fue un momento duro porque cuando desaparece una persona de la que dependes tanto te encuentras algo perdida», reconoce. Sin embargo, el atletismo se convirtió en «la mejor terapia» para ella en el seno de un TrainingRey donde «a veces parecemos un gabinete de psicología, porque corremos escuchando los problemas y consejos del que tenemos al lado».

Es parte del trabajo en equipo que se inculca en la formación celeste y que se refleja en los momentos que se quedan grabados en sus atletas. Belén recuerda con emoción «el Maratón de Valencia, en el que después de acabar las carreras cortas nos pusimos a animar a los compañeros que hicieron los 42 kilómetros». Ahora será ella quien se enfrente a la temida distancia por primera vez y le han dicho «de todo, en especial que, si paso el kilómetro 33, el resto lo tengo hecho». Y ésa es su misión, porque repite ilusionada que «tengo que terminar por Vanessa y verla en la meta».

El domingo, Vanessa Veiga y Belén Gómez, una atleta profesional y una aficionada, serán tan sólo dos dorsales más de los alrededor de 31.000 que tomarán la salida entre las tres distancias del Mapoma. Pero serán dos dorsales con sus propias historias de esfuerzo, superación, sacrificio y valores detrás. También con sus propias lágrimas derramadas para llegar hasta la salida en Cibeles. Pero con la misma esencia de lo que es el deporte: llegar a la meta del Retiro con una sonrisa en la cara.