Come Naturaleza. Cómo combatir la falta de luz con la alimentación

Jorge Fraguas
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Con el descenso de luz en las estaciones de más frío, el cuerpo acusa una bajada de la serotonina, ligada a los estados de ánimo. Pero la naturaleza ofrece una serie de productos que pueden ayudar a mitigar los efectos de esos procesos de decaimiento

Es llegar el frío, aunque este año el verano se ha prolongado algunos días más de lo habitual, y el cuerpo empieza a notar cambios. No se dan en todo el mundo, pero son muchas las personas que acusan cierto decaimiento cuando el otoño hace su aparición. Y es que no es una cuestión meramente psicológica sino orgánica, pues la bajada de luz nos afecta físicamente. En algunos países del Norte de Europa se ponen en marcha tratamientos fotosintéticos para los ciudadanos, ya que es un hecho que disponer de poca luz se acusa en el organismo. Como explica la psiquiatra Ángeles Sánchez Cabezudo, profesional del complejo sanitario de Toledo, la llegada del otoño afecta a los denominados ritmos circadianos (biológicos). Cuando la intensidad lumínica es inferior a 4.000 lux provoca un descenso de la serotonina, un neurotrasmisor cerebral ligado a estados de ánimo de apatía y un humor un tanto menos ‘festivo’ que en los meses de verano. Con su descenso, el cuerpo se prepara para ‘hibernar’, pero como no somos osos, es necesario dotar al organismo de un complemento que permita hacer más llevaderas las estaciones más sombrías.

Llegamos de una estación calurosa, donde la alimentación es mucho más fresca, por eso a veces cuesta cierto esfuerzo adecuarse a los nuevos alimentos que el cuerpo necesita. La tendencia general, como recuerda Sánchez Cabezudo, pasa por comer más cantidad, no en vano, inconscientemente, el cuerpo nos pide la ingesta de más calorías, puesto que al hacer más frío se gasta más en mantener el cuerpo a una temperatura adecuada. A este respecto, la psiquiatra abunda en la necesidad de mantener una alimentación basada en la dieta mediterránea , «la mejor del mundo».

No se trata de comer más, sino comer mejor, echando mano de alimentos que la naturaleza pone a nuestra disposición, porque si bien es verdad que los mercados globalizados y las importaciones permiten disponer de cualquier tipo de producto en todas las épocas del año, también lo es que hay momentos en que su aporte es más necesario, caso de los frutos secos en esta época, generadores del triptófano, el precursor de esa serotonina que decrece. Además, ayudan a recuperarse tras un esfuerzo, y tras la vuelta de las vacaciones, hasta que el cuerpo se asienta en el frío, cualquier cosa supone un esfuerzo... éste se puede combatir con las castañas, ricas en carbohidratos que se absorben lentamente y colaboran con la sensación de saciedad.

No se trata de atiborrarse de los alimentos que ahora son típicos por naturaleza, sino de usarlos como complemento a la alimentación habitual, una nutrición sana que se debe complementar con ejercicio físico, que en estos meses sí es recomendable practicar, como indica la doctora, en horas más centrales del día, para aprovechar la luz del sol.

¿Qué se puede comer en otoño? Como en todas las épocas del año, de todo, pero específicamente hay productos muy indicados, sobre todo los ricos en vitamina C y aquellos con propiedades antioxidantes y antiinflamatorias, que ayudan a combatir una de las principales dolencias del otoño, como son los catarros y resfriados. Con una gran cantidad de agua, pero también un notable aporte de vitaminas y minerales están los hongos, que cuentan con selenio, que tiene un papel importante como antioxidante.

También selenio, aunque igualmente calcio, fósforo, magnesio, zinc, cobre, hierro o sodio, sin olvidar la necesaria vitamina C, son algunos de los minerales de que dispone la granada, que frente a otras frutas que no son de temporada pero que se pueden encontrar fácilmente durante cualquier época del año, es más difícil de hallar, si no es en esta época, en los canales de distribución habituales. El problema de la granada es la forma de comerla, pero hay una opción que permite desgranarla de forma muy sencilla. Se parte por la mitad y se coloca sobre un recipiente; con una cuchara o un cuchillo se golpea la parte de fuera y los granos van cayendo.

Por lo que respecta a las verduras, para esta época son las coles las más indicadas, en todas sus variedades. Se trata de un alimento con, en ocasiones, pocos seguidores por el olor que desprenden durante su cocción, pero al vapor el ‘aroma’ resulta menos desagradable, a la vez que se mantienen las propiedades en mayor medida. Su consumo es muy positivo para el organismo, no sólo por esa capacidad antioxidante tan necesaria para mantener las células en un buen estado de salud, sino porque, además, cuenta con muy pocas calorías.

Otra de las verduras buenas para estos meses de otoño es la berenjena, originaria de La India y con miles de años ‘a sus espaldas’ aunque en mayor medida suele salir a finales del verano y comienzos de la presente estación.

Las uvas, uno de los alimentos con más antioxidantes, y los frutos rojos silvestres -más caros y complejos de encontrar-, en la misma línea, son otros de los productos fáciles de encontrar en los meses de otoño y que pueden contribuir a hacer más llevadero el proceso de adaptación al frío invierno.

Siempre se dice que la naturaleza es sabia, y si lo es, qué mejor que ‘escucharla’, atender a lo que nos ofrece y agradecerle, comiéndolos, los productos que pone ‘sobre la mesa’. Una buena alimentación, equilibrada, con mucha fruta, verduras y legumbres a lo largo de todo el año, es importante para mantener un buen estado de salud, pero siempre que se pueda es aconsejable complementar esa pirámide alimentaria que prácticamente todo el mundo conoce con los productos típicos de la época. Algunos sabrán mejor que otros, pero hay que ir pensando más en alimentarse y nutrirse que en comer por el mero hecho de hacerlo.

¡A por los alimentos de temporada!