Lavado de cara a la 'calle Ancha'

Justo Monroy
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>En los últimos meses, han cambiado varios locales. La renta antigua acabó con 'Álvarez' y 'La Moda'. El próximo en cerrar será Montes. En Semana Santa abrieron 'Charo Guío' y 'Grequísimo, y en breve se traslada 'La Dehesa del Risco'

De un año a esta parte, la imagen de la calle del Comercio, la popular ‘calle Ancha’ de Toledo ha cambiado considerablemente, y no sólo como consecuencia de la pintura de veinte cierres del entorno. Han sido muchos los locales que han renovado su actividad. El fin de la renta antigua, la mala suerte de unos negocios y la pujanza de otros que se están extendiendo han provocado una evolución sin prisa pero sin pausa, que continúa con la sustitución de los comercios tradicionales por otros encaminados al turismo y franquicias.

‘Álvarez’ y ‘La Moda’ cerraron a finales de año por el fin de la renta antigua. Y quedan ya pocos comercios ya de los denominados «de toda la vida» en la ‘calle Ancha’. Ahí está ‘La Favorita’, y ‘Antonio Alcalá’, que a sus 87 años sigue recordando el lugar exacto de cada botón y cada cremallera. Marciano y sus sombreros es otro de los que aguanta. Lamentablemente, el próximo en cerrar será Montes. El abuelo de Rafael Martínez abrió el negocio hace más de un siglo, en 1901. Sin embargo, la tercera generación será la última, y cuando se jubile, el negocio también cerrará sus puertas. Martínez se resigna a que poco a poco los negocios tradicionales desaparezcan para dar paso a los de souvenir. Y achaca al Ayuntamiento que «no quiere más que venga gente de fuera, no quiere que venga gente de Toledo al Casco». De hecho, entiende que el comercio tradicional «ya está tan muerto que, hagan lo que hagan, va a dar lo mismo».

Cierto es que durante los últimos meses han cerrado varios comercios, muchos de ellos tradicionales. Pero no menos lo es que los locales, a pesar de los elevados alquileres, no están mucho tiempo cerrados. Pero, ojo, que a pesar de las apariencias, no sólo del recuerdo vive la ‘calle Ancha’. Al inicio del vial, el caminante descubre entre damasquinos a Pinkie, Zara, Movistar, el tradicional Búho remodelado y varios bancos. Tiene que fijarse para darse cuenta de que hay varios pequeños comercios de ropa, cada vez con un diseño más cuidado. Y entre ellos, la novedad está siendo las tiendas de jamón.

La llegada de la Semana Santa siempre es una motivación para que la apertura de nuevos negocios. Los dos últimos de la ‘calle Ancha’ nacieron es estas fechas. Un  viernes santo  se inauguró  un proyecto personal entre Paulino Tello y Cristina Muñoz. Ya tenían experiencia con la tienda Grequísimo, en Alfonso X ‘El Sabio’, y han dado el salto a la calle del Comercio en el antiguo local de The Phone House. El negocio funcionaba, explica Muñoz, pero han tratado de mejorar la ubicación. El concepto sigue siendo el mismo, una especie de colmado antiguo de productos de la región no muy comerciales y de calidad, una selección vinos aceites y quesos, pero con el jamón como protagonista. Su objetivo es llegar a los turistas, pero también a los toledanos, para facilitarles regalos o alternativas para eventos en casa.

Los embutidos de calidad y el jamón en concreto parecen el negocio de moda en la principal calle de Toledo. El de Tello no será el último. Justo al lado suyo, ‘La Dehesa del Risco’, que lleva meses en la plaza de la Magdalena, está ampliando su negocio. Rodríguez, que conoce a sus vecinos, espera que les pueda ir bien a todos.

Con esto, son tres los negocios dedicados al jamón en la ‘calle Ancha’. El primero en hacer el desembarco fue un pequeño negocio familiar, ‘Viandas de Salamanca’, en el local de una antigua óptica, que no lleva ni un año, porque lo hizo el pasado mes de agosto. Explica su responsable, Álvaro, que «es bueno que haya más opciones para el turista y los toledanos». En estos meses, confiesa, ha visto mucho tránsito y la apertura de muchos comercios. «Así que parece que se está reactivando un poco», afirma aunque tras el Año Greco, ha disminuido la afluencia de turistas.

Los más veteranos del lugar, como Rafael Martínez, de Montes, saben que la llegada de negocios novedosos es normal, pero «dentro de cuatro días, el que no pueda aguantar, morirá». Otros como ‘Naima’, de Juan Carlos Díaz, recibe con los brazos abiertos a estos nuevos vecinos de venta de embutido. El suyo es un negocio de damasquinos y bisutería, abierto hace unos seis años en el local de una antigua tienda de ropa. Tras un invierno demasiado tranquilo, está viendo que la primavera remonta.

Porque lo más normal durante los últimos años en la ‘calle Ancha’ ha sido la transformación de comercios tradicionales en tiendas de recuerdos. Así ha pasado en el local de otro importante hito recién desaparecido. Desde 1820, Álvarez surtía a los toledanos de material eléctrico. El fin de la renta antigua a final del pasado año ha causado la baja de Álvarez, que se ha trasladado a Cordonerías. Durante unos meses, el destino del local ha sido un misterio en la ciudad. Al final, ha sido la familia Guío quien se ha llevado el gato al agua. El pasado día 1 se inauguró por fin Charo Guío. El local, totalmente remodelado, es en realidad una ampliación de la tienda que la familia tenía en el local adyacente, con recuerdos para los turistas. El nombre quiere ser un homenaje a la madre de la familia. Al tiempo, al día siguiente, la hija abrió por su parte el local  de al lado una nueva tienda de ropa y complementos, Tribeca.

La familia Guío lleva más de medio siglo vendiendo artesanía en la ‘calle Ancha’. Hoy tiene un total de cuatro locales allí, todos ellos alquilados. Sin embargo, no es la que más tiendas de recuerdos tiene en el mismo vial. Algunos lo critican, pero Rafael explica que para poder hacer eso, «hay que trabajar mucho, muchas horas todos los días, los 365 días al año, y los bisiestos 366, sin parar, desde las nueve y media de la mañana, a las nueve y media de la noche, dejándonos la vida». ¿Por qué tantas tiendas para el turismo? «Porque, por desgracia, la gente de Toledo no compra ya en el Casco, se va a los centros comerciales, y gracias al turismo persistimos. El día que no venga, habrá que cerrar», advierte Rafael. Sus explicaciones encuentran refrendo entre muchos vecinos de la calle.

Desde ‘Lua’, la tienda de ropa situada en el antiguo Centro Periódico, también coinciden en que muchas veces el fin del comercio tradicional en el Casco viene por la falta de demanda de los toledanos, que han dejado de subir convencidos de que «ya no hay nada», cuando en realidad no es así.

Por su parte, desde ‘Filigrana’, Carolina ve los cambios en la calle como «una evolución natural». Porque «el comercio tradicional está bastante dañado, sobre todo por los centros comerciales que están abriendo, y prácticamente está quedando el Casco para el turismo». En los dos años que lleva en su local de venta de recuerdos (donde antes se revelaban fotos), ve que los toledanos no suben, y si lo hacen es para épocas puntuales, como Semana Santa, Corpus y rebajas, con lo que al final sólo queda turismo.

En el mismo sentido, Carmen Herrera hace examen de consciencia y reconocen que quizá sea necesario mirar más al toledano y darle servicio, y no centrarse tanto en los turistas. El suyo es un negocio familiar. En 1904, Constantino Herrera compró la antigua ‘Droguería Verde’, y en los años sesenta su hijo dio un giro al negocio para dedicarse al turismo. Hoy Carmen explica que «a mí me parece bien que se renueve el comercio, lo que no me parece tan bien es que todo lo vayamos a hacer dedicado al turismo, hay que contar también con la gente de Toledo, porque si no, la ciudad se queda muerta». Consciente de que puede parecer poco coherente que ella haga esta afirmación desde su negocio, explica que «yo siempre prefiero un local abierto, aunque sea de los mismos artículos, antes que un local cerrado, pero hay que empezar a pensar en esta ciudad en poner cosas para atraer a la gente de Toledo también, porque hasta los propios turistas te preguntan dónde te compras las cosas».

Desde septiembre, el antiguo local de la franquicia Springfield se ha transformado en Lucía, una tienda de damasquino, espadas y artesanía de calidad de la ciudad. El espacio se ha renovado por completo y desde la calle los turistas pueden observar a una persona trabajando el damasquino, como tradicionalmente venía ocurriendo en la ciudad.

Otras tiendas de artesanía llegadas al lugar en los últimos años son por ejemplo la de Medina. Entre las franquicias, Ale-hop, o Punto Roma. Llama la atención La Cure Gourmande, una tienda de dulces y chocolates, que se instaló en la ‘calle Ancha’ hace seis años.

Tiendas de ropa. Entonces, ¿no hay nuevos comercios tradicionales en la ‘calle Ancha’? En realidad, sí los hay. De hecho, es uno de los pocos reductos del Casco en los que todavía se juntan varias pequeñas tiendas de ropa que demuestran que, con trabajo y originalidad, todavía pueden sobrevivir. Un ejemplo es Rebeca Sanver, en un local que ha recorrido el camino inverso al normal. Hace una década, se cerró una tienda de damasquinos, para surtir el local de zapatos y complementos.

Se puede sobrevivir con una tienda pequeña de ropa en la calle Ancha, «pero no es fácil, lleva mucho trabajo, hace falta dar con el gusto de la gente, tener una buena relación calidad-precio, y tiendas bonitas, con gusto», explica Patricia, de Coquette. Su establecimiento lleva tres años ofreciendo ropa de mujer, complementos y calzado, tanto a toledanas, como a turistas. A su juicio, «debería haber alguna más» de moda y diseño, como ocurre en los centros históricos de otras ciudades. «Los souvenir están  muy bien, pero hace falta más variedad», explica. Sobre todo, echa en falta ropa de caballero, de niños y decoración.

Una de las últimas en llegar ha sido Aguamarina, que lleva abierta desde mediados de noviembre en el local de Garcés. El espacio ha sufrido una importante remodelación, en la que se han conservado cuestiones como el fresco del techo o la viga de madera, pero también se ha mejorado el resto considerablemente en pos del diseño. La tienda vende bolsos, ropa y complementos, no sólo destinados al turismo. Allí Patricia nos explica que es necesario fidelizar al cliente local, aunque también entren turistas. Una tienda de ropa, coincide con sus compañeras de profesión, puede sobrevivir en el Casco histórico. Insiste en que «es cuestión de fidelizar clientes, ser amables con la gente, intentar escuchar lo que quieren para conseguírselo y estar pendiente de ellos, para que la gente vuelva».