El único dolmen de Ciudad Real sigue callado

Patricia Vera
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Varios arqueólogos han certificado el monumento megalítico de Fuente el Fresno, pero no han hallado restos que permitan datarlo con exactitud

El único dolmen de Ciudad Real sigue callado - Foto: Tomás Fernández de Moya

Lleva asistiendo al paso de la historia unos 6.000 años. Ha sido refugio de pastores e hito en un paisaje en el que hasta hace 50 años todavía iban mujeres a lavar a mano. Bajo su techo se han cocinado gachas y se han pintado grafitis. Hasta ahora, nadie había reparado en estudiar el único dolmen megalítico que existe en la provincia de Ciudad Real: conocido como La cocinilla del cura, se encuentra en Los Castellones, en el término municipal de Fuente el Fresno y a algo más de un kilómetro de su casco urbano.

Un grupo de cuatro arqueólogos de la empresa Anthropos, un estudiante y tres peones municipales han escarbado en los últimos tiempos para intentar determinar su edad. Un objetivo frustrado, puesto que no se han podido hallar restos orgánicos suficientes para someterlos a la prueba de datación por Carbono 14. Sí se ha cumplido el resto de intenciones: contrastar que efectivamente es un monumento megalítico y documentar el lugar con dibujos de planta y alzado y fotografías detalladas, que integran un informe que actualmente está elaborándose. Pronto estarán en poder de la Consejería de Educación y Cultura, que ha de velar por la protección del patrimonio.

Todo empezó en una clase de Prehistoria, cuando el alumno Jesús Ignacio Sánchez Santos, natural de la localidad, señaló que conocía la existencia de este monumento. De inmediato, el profesor Luis Benítez de Lugo se trasladó al lugar y constató que efectivamente se trataba de un dolmen megalítico. «Comuniqué al alcalde nuestra propuesta de intervención, que fue bien vista y resultó aprobada, además, por la Junta de de Castilla-La Mancha», recuerda.

- Foto: Tomás Fernández de Moya

La investigación.

Los primeros trabajos comenzaron el 7 de octubre y se prolongaron durante más de una semana. Anthropos corrió con los gastos de los técnicos y las herramientas; en total, unos 3.000 euros. El Ayuntamiento de Fuente el Fresno aportó el trabajo de tres peones durante las mañanas que duró la excavación.

Las tareas se centraron en la limpieza del lugar, tapado parcialmente por hierbas y tierra. «Después procedimos a la excavación arqueológica del sitio», describe, mientras dibujaban y fotografiaban el monumento. Demostraron así que no se trataba de una simple roca caída, «porque no hay una peña de la que se pudiera haber desprendido y, además, se aprecian unos calzos colocados a propósito para que no se caiga», afirma el profesor, que ha participado en la intervención junto con Norberto Palomares, Enrique Mata y Jaime Moraleda.

Estos expertos no han hallado restos concluyentes, pero sin duda los hubo. Aparte de las intrusiones humanas, que han hecho desaparecer cualquier materia que pudiera haber existido, el tiempo y las lluvias han ido lavando el escenario hasta dejar descarnadas tres piedras. «Es como si de un edificio actual solo vieras la estructura», compara Benítez de Lugo.

El dolmen es un enterramiento típico de la cultura megalítica, bastante extendida por Europa Occidental y parte de la meseta en los milenios V y IV a.C. Solo hay unas piezas similares en la provincia de Ciudad Real en el Castillejo del Bonete, en Terrinches, donde se puede ver un complejo tumular compuesto por varios túmulos conectados entre sí por corredores subterráneos, todo ello construido sobre una cueva natural. «Es un conjunto único en el mundo», dice, que hasta ahora ha sido visitado por expertos internacionales de prestigio. Pero, hasta ahora, según indica Benítez de Lugo, no se había descubierto ningún enterramiento de dicha cultura en la provincia.

Poblado megalítico.

El dolmen estudiado es un hito territorial: hacía las veces de enterramiento pero también tenía una potente carga simbólica. Dos dólmenes menores ubicados muy cerca (uno de ellos descompuesto y otro mucho más pequeño) atestiguan que el lugar no se utilizó de manera puntual, sino que habla de una presencia recurrente.

A este respecto, Benítez de Lugo asegura que en el cerro vecino (ambos forman lo que se conoce como Los Castellones) existe un poblado megalítico que sería interesante excavar. Sus habitantes habrían construido el dolmen no solo para enterrar a sus muertos, sino para que fuera visto desde lejos, a modo de marcador territorial. Y desde bien lejos, porque en días claros puede adivinarse el castillo de Calatrava La Vieja y se divisa prácticamente sin esfuerzo el Parque Nacional de Las Tablas de Daimiel. Un enclave natural espectacular, que combina la vasta llanura manchega con las primeras elevaciones de los montes de Toledo. Fuente el Fresno se encuentra en el valle entre varios montes y en sus cercanías se aprecian los colores ocres de las tierras de labor, así como las amplias extensiones de viña y olivar.

Benítez de Lugo afirma que, hasta ahora, no se habían encontrado evidencia de una relación entre los poblados en altura (como el cerro de La Encantada, en Granátula de Calatrava) y los construidos en llano (del que vale como ejemplo la Motilla del Azuer, en Daimiel). «Es muy importante a nivel mundial porque son los primeros pozos, pero hasta ahora no se habían encontrado cementerios asociados», afirma el arqueólogo. El Castillejo del Bonete ha resultado ser de la misma época que las motillas conocidas, «pero falta mucho por saber», reflexiona. El dolmen de Fuente el Fresno, ubicado temporalmente en los orígenes de las motillas, podría ser precisamente el eslabón que empiece a unir esta cadena.

Lamentablemente, el dolmen de Fuente el Fresno no ha podido arrojar más luz sobre una cultura de la que se sabe muy poco. «Aunque el estudio del megalitismo ha progresado mucho en las últimas décadas, este panorama de progreso no existe en el borde meridional de la meseta, área geográfica en la cual no se han acometido investigaciones arqueológicas sobre este fenómeno cultural y en la que, hasta ahora, se desconoce casi todo sobre el horizonte megalítico», señala Benítez de Lugo. «Por ello, el estudio de este dolmen es de extraordinaria importancia», concluye.

Trascendencia social

El arqueólogo señala que la existencia del poblado megalítico «está documentado en la carta arqueológica», pero asume que el escenario económico no es el más favorable y que «hay otras prioridades». De hecho, afirma que «hay centenares» de poblados, tanto construidos en altura como en llanura.

Como bien dice Benítez de Lugo, «el fin último de la documentación es protegerlo para poder ponerlo en valor». El alcalde de Fuente el Fresno, Teodoro Santos, reconoce que por el momento no cuenta con suficiente presupuesto para llevar a cabo ninguna actuación, pero se muestra decidido a ofrecer cualquier tipo de ayuda que se le solicite. «Habrá que esperar a ver qué dice la Consejería de Cultura», afirmó a La Tribuna durante la visita al lugar.

El primer paso debería ser protegerlo para evitar que se pueda seguir deteriorando. Mejorar las vías de comunicación sería otra tarea pendiente. Actualmente, no es un lugar de difícil acceso, pero es mejorable. Hay varias sendas que comienzan en el pueblo y se desdibujan según ascienden la ladera. Igualmente, un camino que se puede recorrer en todoterreno lleva hasta una explotación ganadera. A partir de ahí, caminando hacia el sur, se tardan cinco minutos con un buen guía. Por ello, habría que trabajar en la señalización, algo que el alcalde promete que estudiará. Junto con el entorno natural, podría convertirse en un reclamo turístico que viniera a revitalizar la economía del municipio.

Por el momento, el dolmen seguirá siendo un testigo mudo del caminar de las cabras, que pastan en las laderas, a la espera que las administraciones puedan movilizar los recursos necesarios para seguir ahondando en el que, hasta ahora, es el único dolmen existente en la provincia.