Clases en un pasillo de evacuación y un aula prefabricada en el aparcamiento

J. Monroy | TOLEDO
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Río Chico y varios padres afectados denuncian que la sobresaturación de alumnos ha llevado al centro a crear clases en lugares que no cumplen las condiciones legales

Durante los últimos años han sido habituales en el colegio de Valparaíso las clases en un pasillo de evacuación que los cristales convierten en un invernadero y en el que desde las últimas filas apenas se puede ver la pizarra, situada en un lateral. Pero el problema de sobresaturación sigue en aumento, según denuncian la Asociación de Vecinos ‘Río Chico’ y los padres afectados, de tal forma que en unos días un grupo de sexto se trasladará a un aula prefabricada que a su juicio «vulnera lo establecido en el Real Decreto 132/100 en lo referente a garantizar las condiciones de seguridad». Consideran que, al estar este espacio en el aparcamiento de profesores, hay riesgo de atropello y de incendio. Además, el espacio no tiene unos servicios en condiciones, y los niños se pueden ver obligados a atravesar todo el polideportivo para acudir al baño.

Los padres, apunta Ramón Lorente, presidente de Río Chico, podrían entender esta solución si fuera puntual, «pero no para los próximos siete, ocho o diez años». Habida cuenta de la cada vez mayor sobresaturación del centro escolar, sospechan que, si no llegan soluciones, el próximo años serán dos las aulas prefabricadas, y al siguiente tres. En consecuencia, la Asociación de Vecinos y los padres afectados se han puesto en contacto con la inspección de Educación y con la propia Consejería para solicitar una solución definitiva, que pasaría a su juicio por la construcción de un nuevo módulo para el centro, con al menos tres aulas más, que si en su día son innecesarias, podrían quedarse como aula polivalente, o salón de actos, de los que también carece el colegio.

Antecedentes.  El colegio de Valparaíso, explican Río Chico y los padres afectados, se construyó como un centro de línea 2, pero el incremento de alumnos ha llevado a que en siete cursos haya tres clases, con lo que se está dando «una saturación». Entienden que el aumento de alumnos por encima de su capacidad y la no disposición de aulas dan lugar «a la vulneración de varias de las condiciones establecidas en el Real Decreto 132/2010».

De esta forma, durante los últimos años se han creado clases en espacios en principios proyectados para otros fines educativos, como la biblioteca (el despacho hoy utilizado no cumple con el requisito legal de 45 metros), el aula de música o el de informática. Hasta el punto de que se construyó una clase en un pasillo, que inicialmente se consideraba ruta de evacuación del centro. Para los denunciantes, este aula «no reúne las condiciones de seguridad, ni de salubridad establecidos den el Código Técnico de Edificación del Real decreto 314/2006». No tiene metro y medio por niño, ni ventilación lateral.

Después de eso, los padres se han enterado este mismo mes que los niños de sexto B se irán a un aula prefabricada en el aparcamiento de profesores. El lugar, advierten, puede tener peligro de atropello y de incendio. Además, al no estar conectado con el resto del colegio, hay peligro de que abandono del aula durante los cambios de clase. También hacen hincapié los denunciantes en que el aula no reúne las condiciones de salubridad e higiene, al carecer de los servicios adecuados. «Los alumnos deben desplazarse más de cien metros al exterior y bajo las inclemencias meteorológicas para utilizar los aseos del polideportivo», una situación más «hiriente» en el caso de las niñas, que durante este curso pueden empezar con el periodo.