Cristina Sánchez: «Tenemos que quitarnos el polvo y adaptarnos»

I.P. Nova / Toledo
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La torera cree que se está vendiendo una visión del mundo del toro «bastante diferente a lo que es»

Fue la primera mujer que confirmó la alternativa en Madrid. Valor, clase, oficio, afición y carisma... Son algunos de los adjetivos que determinan  la perseverancia con la que Cristina Sánchez ha vivido su vida, dentro y fuera de las plazas. Ahora madre y empresaria, sigue ligada a la lidia del toro participando en tertulias y programas de televisión.

Acaba de participar en la Semana Cultural organizada por la peña El Trapío. ¿Qué opina de estos encuentros en los que quieren acercar la visión de la mujer en el toreo al aficionado?

Yo recibo con los brazos abiertos a todas las peñas y foros que están detrás del mundo del toro y buscan acercar la visión de la mujer en este panorama. Siempre es agradable. Además, acercamos al aficionado esa visión exacta de lo que es la profesión para la mujer en un mundo taurino.

¿Un mundo de hombres en el que se ha sentido acogida o rechazada?

Es un mundo de hombres pero yo en ningún momento me he sentido como una mujer en el mundo del toro. Yo siempre defiendo que soy un torero más. Yo quería ser torero. Lo único es que mis compañeros, en su casi total mayoría, eran hombres. Sabes dónde entras y dónde te metes. Era mi pasión y, con todo y con eso, decidí hacerlo. Yo sólo puedo decir que el mundo del toro me ha dado todo y he llegado a conseguir todos mis sueños. He llegado a escribir una página en el mundo del toro importante, pero no por el hecho de ser mujer sino por los logros conseguidos durante todos estos años. Al final lo que se defiende con pasión tiene que salir bien, aunque no sin mucho sacrificio y esfuerzo.

Ahora que abandona los ruedos sigue involucrada con el mundo del toreo. Recientemente se acercó al Congreso Internacional de la Tauromaquia. ¿Qué opinión tiene de ese encuentro?

Creo que es muy positivo. El hecho de que se esté haciendo y nos estemos manifestando, de una manera muy educada y cultural, es muy bueno. Es positivo que tengamos voz y voto en una sociedad en la que se preocupan de quitárnosla. No nos dejan hablar lo que queremos decir, creo que se está vendiendo una visión del mundo del toro bastante diferente a lo que realmente es. Eso hace que existan detractores, que siempre los ha habido, pero que ahora se hacen notar más. Parece que todo se hace notar más, pero con esto hemos tenido que batallar cientos de años y, a día de hoy, tenemos que seguir haciendo. Pero creo que, al igual que la sociedad está cambiando, el mundo del toro debe de hacerlo. Tenemos que quitarnos el polvo y adaptarnos a los tiempos para tener voz y voto como cualquier otra cultura en España.

¿Qué adaptaciones considera que se deben de llevar a cabo?

Lo primero que deberíamos hacer es tener una administración dentro del mundo del toro. Las instituciones deben de apoyarnos de una manera natural y normal. Como administración tiene que existir un acuerdo con los taurinos y que el acuerdo sea totalmente natural, como se apoya el cine o cualquier otra cosa. A partir de ahí deberíamos de organizarnos y que existiera una mesa que ordenada todo esto. De esa organización se deberían de marcar unas pautas para poder seguir y que todos remáramos en la misma dirección. Porque, tal vez ahora mismo cada uno remamos a una dirección diferente y por eso no llegamos a ningún acuerdo. Por el contrario, los de fuera sí han llegado a acuerdos y han conseguido sus metas.

¿Cuál es la razón que parece avergonzar a la gente a la hora de decir que le gustan los toros?

La demagogia política que ha habido. No se ha enseñar lo positivo del mundo del toro, como el esfuerzo, el sacrificio, una cultura y una educación exquisita... Todo eso no se ha contado. Se cree que los toreros son gente inculta y eso está muy lejos de la realidad. Se enseña sólo que el toro muere en la plaza pero hasta ese momento hay cosas muy bonitas y muy importantes. La gran mayoría de las tierras españolas están hechas por y para el toro. La naturaleza, el arte que despierta... todo eso no se cuenta cuando se habla de toreo. Pero sí se encargan de ningunear el valor que tiene un torero. Así es difícil que nos valoren.

Ahora tiene un contacto directo con la gente joven gracias al programa Soy Novillero. ¿Estos futuros toreros se preocupan por la posibilidad de que se prohiban las corridas?

A mí me tranquiliza que ellos lo ven como yo lo veía hace muchos años. Ellos tienen su ilusión y están en su pasión que es torear. Quieren llegar a ser figuras del toreo. Les veo igual que cuando yo empecé, con la misma ilusión y los mismos sueños. Ellos quieren y es lo único que les preocupa.

Algunos de estos nuevos partidos remarcan que pueden, o por lo menos consideran, eliminar las corridas de toros de la cultura. ¿Cree que es algo posible?

Imposible en la vida no hay nada pero estamos en un país libre con una democracia. Estamos hablando de un derecho a trabajar y a desarrollar tu profesión, algo que veo muy difícil que te prohiban en tu propio país. Me asusta que me hagan esta pregunta. Porque me parece imposible que me prohiban ejercer mi profesión en mi propio país. La gente de la tauromaquia no pasa por encima de nadie. Somos personas totalmente respetuosas, responsables de lo que hacemos y de dónde estamos.

En esta sociedad en la que estamos hay muchos toros que torear. ¿Cuál cree que es el peor toro con el que tiene que lidiar España: la crisis, la corrupción..?

A mí me preocupa que vivimos en una sociedad sin principios y de esta forma se pierde la responsabilidad, la educación... La juventud de hoy siente que todo vale, menos sacarse los ojos, en esta vida. Hay que luchar mucho para conseguir algo. La gente piensa que este algo tiene que llegar porque te lo da otro o porque están en la obligación de dártelo. Pero no es así. Todos hemos rascado desde el suelo. Las cosas se consiguen desde abajo, todo el que lucha al final lo consigue. La gente luchadora es la que puede crear la riqueza. Hay que luchar con libertad de expresión y, siempre, defendiendo la capacidad de poder ejercer tu profesión sin que te la corte ningún partido político o movimiento social.