Muere Oliver Sacks, el mayor estudioso del cerebro humano

Agencias
-

El neurólogo y escritor británico, que dedicó toda su existencia a tratar de entender y explicar la mente y las reacciones del hombre, fallece en Nueva York a los 82 años a causa de un cáncer

agencias / londres-nueva york
Adiós a uno de los mayores especialistas en la exploración de la mente humana. El neurólogo y escritor británico Oliver Sacks, conocido por sus exitosos libros sobre el funcionamiento del cerebro humano, falleció ayer a los 82 años  en su domicilio de Nueva York a consecuencia de un cáncer, según informó su ayudante, Kate Edgar, al diario The New York Times. 
El doctor ya había anunciado el pasado febrero que un melanoma detectado en su ojo se había extendido a su hígado, y que se encontraba en las últimas fases de un tumor terminal. 
Este experto murió tras realizar una larga y espléndida tarea de divulgación. A través de sus libros no solo explicó al público general síndromes como el de Tourette o Asperger, que desmitificó a través de la humanidad de los personajes de sus textos, todos ellos inspirados en sus pacientes. 
Entre sus casos más conocidos, se encuentran los de Madeleine J., una mujer que percibía sus manos como «bolas de masa de cocina»; el operador de radio Jimmie G., que padeció una amnesia durante 30 años; o el Doctor P., un hombre cuyo cerebro había perdido la capacidad de descifrar lo que veían sus ojos, y que terminó confundiendo a su mujer con un sombrero; el título precisamente de uno de sus libros más conocidos, El hombre que confundió a su mujer con un sombrero.
Sin embargo, su obra más destacada es Despertares, escrita en 1973, sobre un grupo de pacientes catatónicos que comenzaron a conectar de nuevo con el mundo después de recibir un medicamento de manos del propio Sacks. 
A través de sus historias, divertidas y escritas con sencillez, Sacks cuestionaba la normalidad. «Una pequeña lesión cerebral y acabamos en un mundo completamente diferente», afirmaba. 
Nacido en Londres, en 1933, provenía de una familia judía, y estaba vinculado familiarmente al director de cine Jonathan Lynn y el matemático Robert Aumann. Entró en el célebre Queen’s College de Oxford en 1951, donde se licenció tanto en Psicología como Biología en 1954. Poco después, obtendría una licenciatura de Letras y Medicina a finales de la década. A continuación se trasladó a EEUU, donde al inicio estuvo vinculado en la asistencia de la atención primaria, en el Bronx.
A finales de los años 60 se vinculó a la Universidad de Nueva York y la de Columbia, donde se convirtió en una referencia en el estudio de los desórdenes neurológicos. En la década siguiente, el doctor se integró en la llamada inteligencia neoyorquina a través de sus publicaciones en el New York Times y especialmente en el New Yorker. Su especialidad era hablar de de las anomalías psicológicas y divulgar su interacción cultural.
En los últimos años de su vida llegó a crear un concepto al que llamó Musicofilia, que consistía en la vinculación de la música con las emociones y el discurrir cerebral. En este extremo, se preguntaba qué era realmente lo que llegaba a conectar estos conceptos y se extrañaba de que «una especie entera esté tocando, escuchando, ocupándose y preocupándose, perdiendo su tiempo en aquello que se llama música».
Hasta el instante final de su propia existencia dio un ejemplo de vida, ya que aceptó la enfermedad terminal que padecía con una enorme entereza. Su cerebro tenía forma de corazón...