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La Fundación Museo del Ejército y la Universidad Complutense inician un convenio de colaboración para que los alumnos de máster realicen sus prácticas en este museo nacional

J. Guayerbas | TOLEDO

jguayerbas@diariolatribuna.com

Contribuir a la formación práctica de los alumnos de máster a través de un acuerdo con la Universidad Complutense de Madrid. La Fundación del Museo del Ejército ha puesto en marcha este curso un convenio de colaboración museo-universidad para que los estudiantes puedan realizar sus prácticas curriculares en las instalaciones del Alcázar.

El Museo del Ejército es una pequeña ciudad. Más allá de las salas de la colección permanente o del espacio que hoy ocupa la exposición temporal ‘El Gran Capitán’ sobre la figura de Gonzalo Fernández de Córdoba (1453-1515) los pasillos del edificio aledaño al mismo Alcázar son un ir y venir de profesionales y técnicos de la cultura y del patrimonio que desde el pasado mes de septiembre cuentan en sus despachos con cuatro nuevos inquilinos.

Todas las mañanas recorren los kilómetros que separan Madrid de la capital regional. Alumnos del Máster en estudios avanzados de Museos y Patrimonio Histórico y Artístico, estos cuatro licenciados en Bellas Artes, Historia e Historia del Arte comparten sus horas de prácticas con la jornada laboral de sus tutores y compañeros de oficina.

María López Pérez, jefa del departamento de Bellas Artes, es tutora de uno de los alumnos y responsable de su formación en el Museo del Ejército. «Hay que entenderles como profesionales de este campo, que lo son, igual que nosotros, aunque sin trayectoria profesional», explica mientras recorre uno de los pasillos, con cierta prisa, pues le esperan en el Museo de Santa Cruz para una reunión importante.

«Está genial que vean nuestro trabajo diario y hacerles partícipes e implicarles en los diferentes proyectos que tenemos ahora mismo en marcha», indica. «Está claro que están haciendo unas prácticas, pero es que pueden aportarnos mucho», añade antes de bajar las escaleras mecánicas del distribuidor principal del museo y presentar a los alumnos al equipo de La Tribuna.

«Como tutores intentamos que vean nuestro trabajo, que lo hagan de forma paralela a nosotros y hacer una puesta en común, una mesa redonda o de debate donde obtengan información que les pueda servir a la larga cuando empiecen a trabajar en este mundo», comenta María quien valora, y mucho, el tiempo de prácticas que estos futuros conservadores, incluso directores de museos, llevan realizando desde el pasado mes de septiembre en el Museo del Ejército.

«Hacen el mismo trabajo que yo hago e intentamos sacar conclusiones de los diferentes enfoques que planteamos sobre los temas que tocamos en este trabajo que es variado y multidisciplinar», apostilla la jefa del departamento de Bellas Artes, área en la que están realizando sus 450 horas de prácticas curriculares Aracy Ruiz y Alejandro González.

Junto a ellos, otros dos compañeros, Álvaro Bello y Jesús Nicolás García, quienes trabajan en el departamento de Actividades Culturales. Los cuatro han colaborado en el montaje de la exposición temporal ‘El Gran Capitán’. «Justo llegamos en pleno montaje y la verdad que fue muy interesante colaborar y conocer in situ todo el proceso, desde que llegan las piezas hasta el día de la inauguración», comentan.

Tres de ellos no cuentan con experiencia profesional, pero saben que para alcanzar su meta necesitan formación. Caso contrario al de Aracy Ruiz, restauradora y conservadora de obras de arte con años de experiencia en Patrimonio Nacional y la Colección Real.

Para ella, la formación es vital a la hora de mantenerse en el mercado laboral. «Quería ampliar mis conocimientos en relación a los museos, es fundamental conocer los fondos a fondo, nunca mejor dicho, y hacer una investigación más detallada para conocer en qué situación está el patrimonio», comenta enfundada en su bata blanca además de explicar  que en sus años de experiencia profesional «vi una serie de lagunas que ahora estoy conociendo más a fondo, por ejemplo, cómo tiene que estar una colección dentro de un entorno museístico».

Entusiasmo, optimismo y ganas de comerse el mundo. Álvaro Bello, madrileño de 23 años, reconoce que una vez finalizada la etapa universitaria «estás perdido, lo habitual es tirar por el tema docente, pero a mi no me gusta todo eso, mi otra salida era la tesina y el doctorado, pero me gustaba mucho más el tema de museos y galerías, en este máster vi esa oportunidad. Tratar temas de patrimonio y museos que en principio me llaman mucho», comenta con la satisfacción de saber que está formándose en el ámbito de la Historia del Arte que realmente le interesa, la investigación y la museografía.

«Estoy intentando tocar todos los palos posibles, aprovechar todo tipo de becas, participo en ferias de arte, contacto con galerías, he hecho cursos de comisario de exposiciones, creo que hay que tocar todos los palos posibles relacionados con el patrimonio y los museos, no me cierro ningún tipo de prueba, como historiador también me encanta investigar y me quiero ir a Valencia a hacer el trabajo fin de máster sin descartar ir por la vía académica y preparar la tesis», añade en un paréntesis de su jornada. Horas que dedica a elaborar una propuesta para rediseñar la sala que el museo dedica a la Monarquía Hispánica.

En este sentido, su compañero de máster y departamento de prácticas, Jesús Nicolás García, de Granada y 24 años, explica como a través de alguna asignatura de la carrera descubrió el mundo de los museos, y pensó en hacer un tipo de estudio posterior sobre el tema. «Busqué másteres oficiales y terminé en Madrid, en la Universidad Complutense, ya que la ciudad es un punto neurálgico para los museos, las galerías y las casas de subastas».

Jesús Nicolás reconoce que el periodo de prácticas «aporta mucho, porque la teoría es la teoría pero se queda en clase, todo muy metódico, muy teórico, y aquí aprendes el día a día de lo que es un museo, de los problemas que surgen, las deficiencias que puede haber, incluso las grandes ventajas que puede tener un museo como éste que depende del Ministerio de Defensa y no del de Cultura».

Para este joven de Granada estar en contacto con el personal del museo y con las colecciones, los almacenes y las instalaciones es otra de las grandes aportaciones del periodo de prácticas. «Aprendes con lo más reciente, actualizado, y más en estas instalaciones que llevan cinco años abiertas al público», explica.

El trabajo que están realizando dos de ellos consiste en una propuesta de modificación de la sala de la Monarquía Hispánica. «Hemos visto como algunas piezas no terminan de cuadrar, otras que nos parecen más interesantes o que consideramos que son importantes para el discurso expositivo y que no están y podrían aparecer, hemos analizado el mobiliario, qué se podría cambiar a la hora de facilitar la visión de las piezas, la iluminación, incluso la accesibilidad, hacer un museo mucho más accesible», indica Jesús Nicolás, que ha desarrollado la propuesta junto a su compañero Álvaro Bello.

Por su parte, Alejandro González, madrileño de 29 años, recuerda que licenciados en Historia del Arte «somos muchos, hay que diferenciarse y es posible con formación como este máster».

«El contacto con los fondos, el montaje de una exposición, el cómo se trabaja en un museo, eso es lo que estamos viendo ahora, es enriquecedor, es mi pasión», apunta este joven que con experiencia temporal en museos espera finalizar su formación y encontrar un hueco en el mercado laboral.

La experiencia de participar en el montaje de la exposición sobre el Gran Capitán ha sido uno de los proyectos más interesantes para este licenciado en Historia del Arte. «Colaboramos con ese proceso de montaje, cómo se trasladaban las piezas, estuvimos sobre todo en temas de conservación, ver la iluminación, la temperatura, la problemática que surgía al colocar las piezas. Aunque todo viene muy organizado siempre surgen problemas», comenta.

El Museo del Ejército abre así sus puertas a la formación, a la relación universidad-empresa, con el propósito de brindar sus instalaciones a estos profesionales que saben que en este mundo hay que formarse con los mejores para alcanzar objetivos, en su caso, vivir de su pasión por el arte.