Los 75 años del 'Picasso de la canción'

AGENCIAS
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Bob Dylan celebra su aniversario con la presentación de un nuevo álbum, 'Fallen angels' y un deseo: recibir el ansiado Premio Nobel de Literatura que hasta ahora se le ha resistido

 
Bob Dylan hará un alto hoy en su interminable gira Never ending tour y se tomará el día libre para celebrar su 75 cumpleaños. Pero, ¿qué es un día libre para un músico infatigable que, continuamente, saca discos, ya sea con material nuevo o antiguo, y pasa 100 días al año en hoteles de las ciudades en las que actúa? 
El gran poeta del rock, el blues y la música folk cumple hoy años, momento para repasar sus éxitos pero también para hablar de su futuro, en el que podría haber un nuevo gran álbum o incluso un Premio Nobel de Literatura, que hasta ahora se le ha resistido pese a haber sido nominado varias veces. 
El Picasso de la canción, como lo calificó Leonard Cohen, describió los inicios de su carrera en su espléndida autobiografía Chronicles (2004): «Estados Unidos estaba cambiando. Yo presentí ese giro decisivo y, sencillamente, nadé con la corriente del cambio. Sucedió tanto en Nueva York como en otras partes». 
Nacido como Robert (Bobby) Allen Zimmerman en Duluth, Minnesota, tocó en sus inicios en grupos juveniles de rock’n’roll en su zona. Hijo de una familia judía, descubrió su debilidad por el nuevo movimiento folk en 1959 en Minneapolis, y después la corriente del cambio lo llevó al barrio neoyorkino de Greenwich Village. 
El éxito le llegó con la canción Blowin’ in the wind (1963). Temas salvajes y rabiosos como Masters of war o A hard rain’s a-gonna fall lo convirtieron en un referente del movimiento de protesta y de la famosa Marcha por los derechos civiles de Washington. 
Sin embargo, Dylan huyó de convertirse en un ídolo popular o una figura política y se pasó al rock de guitarra eléctrica. Algunos de sus fans lo consideraron un judas por esa traición al pueblo. 
 
CLÁSICOS. El cantante no sucumbió a las críticas y a mediados y finales de los 60 compuso discos que se convertirían en clásicos, como Bringing it all back home, Highway 61 revisited o Blonde on blonde, con temas como Desolation row o Like a Rolling Stone, que después daría nombre a una de las principales revistas musicales. 
Sus textos, llenos de metáforas y alusiones, tienen una calidad indudable, mientras que su voz nasal, entonces no tan áspera, también goza de atractivo. 
Tras sufrir un accidente de moto en el verano de 1966, Dylan se apartó de la vida pública y se retiró con su primera esposa, Sara Lowndes, y sus hijos cerca de Woodstock, en Nueva York. A pesar de vivir allí, el mayor pionero de la música pop y rock no participó en el festival que se celebró en el lugar en 1969, el más importante de la década. 
Los años 70 fueron difíciles para el cantante: se separó de su mujer y su creatividad se estancó, salvo por excepciones como Blood on the tracks y partes de Desire. 
Tampoco el balance de los 80 es impresionante, aunque volvió a casarse, consiguió éxitos comerciales con el grupo Traveling Wilburys y comenzó la gira mundial Never ending tour, con un centenar de conciertos al año. 
La rehabilitación musical de Dylan llegó en 1997 con su primera gran obra de la madurez, Time out of mind. Desde entonces, su carrera tuvo un rumbo y cada dos o tres años saca discos admirables como Modern times o Tempest. Sus álbumes se ubicaron más alto en las listas de éxitos que en los 60, incluso hasta los primeros puestos, y, entre tanto, vendió 100 millones de copias. 
También son incontables los premios que ha recibido: 11 Grammys, un Oscar, el Premio Pulitzer por «composiciones líricas de una fuerza extraordinaria» y la Medalla Presidencial de la Libertad, que le entregó Barack Obama. 
Según su biógrafo Heinrich Detering, la obra de Dylan se ha convertido en «un resumen de las tradiciones populares estadounidenses» de los últimos siglos». 
Y Sean Wilentz, autor del libro Bob Dylan in America, aseguró: «Su trabajo, entonces como ahora, inspira, gusta, entretiene y contribuye al desarrollo de la gente en todo el mundo. Es patrimonio cultural de EEUU». 
El pasado viernes, el artista sacó su nuevo disco, Fallen angels, una nostálgica recopilación de clásicos estadounidenses, una segunda parte de su anterior trabajo, Shadows in the night.