90 años de tentación rubia

Mari Cruz Sánchez (SPC)
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El 1 de junio de 1926 vino al mundo uno de los mayores mitos eróticos de la Historia de Hollywood, Norma Jeane Baker, la seducción personificada en Marilyn Monroe

 
Marilyn nació en Los Ángeles, California, a las 09,30 horas del 1 de junio de 1926. Su madre, Gladys Pearl Baker, la llamó Norma Jeane Baker, aunque en el registro civil la inscribió con el apellido Mortenson, el de su exmarido noruego, para no evidenciar que era una hija ilegítima. Este es el primer párrafo de una historia de soledad y lucha incesante contra la tristeza. Abandonada por su progenitora, inestable emocionalmente y ahogada por las deudas, Marilyn vivió una infancia marcada por las familias de adopción, los orfanatos, los abusos sexuales e, incluso, las violaciones. 
De esos años dando tumbos entre hogares donde nadie la quería, sacó en conclusión que el mundo era hostil y que el amor era algo grandioso que ansiaba encontrar como fuera. Sin embargo, esa época también le dejó un legado de afectividad errática, impulsividad, y falta total de disciplina y patrones de conducta equilibrados, algo que la hizo vivir intensamente. 
Pero poco importó todo eso. Marilyn había nacido en el lugar adecuado, en un momento de la Historia del cine en el que Hollywood ya era el barrio más famoso del mundo de la ficción. Empezó a hacer sus pinitos como modelo fotográfica, primero, y más tarde como actriz en cortometrajes y películas de bajo presupuesto. Y así, en poco tiempo, logró la tan ansiada fama, un frenesí que la arrastró durante sus años de mayor de esplendor a las mejores fiestas y recepciones de Estados Unidos.
Daba igual que el evento fuera benéfico, político o, simplemente, de promoción comercial, Marilyn lo llenaba todo con su arrebatadora capacidad de seducción. Esa fuerza hipnótica que la convirtió para siempre en la tentación rubia, y que hacía de cada paso que daba en su vida una noticia. No obstante, como ocurre tantas veces, de la transparencia más absoluta a la mayor de las oscuridades solo hay un paso. Ese instante que separa su risa incontrolada mientras trataba de bajar su falda sobre una rejilla de metro y la mesa de autopsias del Instituto Anatómico Forense de los Ángeles, el 5 de agosto de 1962.
 
OPORTUNIDAD ÚNICA. A falta de solo unos días para celebrar el 90 aniversario del nacimiento de la gran diva, la casa norteamericana Julien's Auctions acaba de anunciar la celebración de una histórica subasta centrada en ella que califica como «el archivo más importante de Marilyn que aparece en el mercado en décadas, con objetos de que nunca han visto la luz».
Se trata de piezas que forman parte de las colecciones privadas de David Gainsborough-Roberts, Lee Strasberg (su profesor de interpretación y gran mentor) y la marca Déjà vu. Un despliegue que subraya el contraste que existió entre la vida personal de Norma Jeane y el personaje público en el que se convirtió la actriz.
Entre los objetos que se pondrán a la venta el próximo noviembre, con los que los organizadores del evento esperan recaudar entre 2 y 4 millones de dólares (1,7 y 3,5 millones de euros), figuran múltiples diarios personales, que muestran a una mujer inteligente y vulnerable, amante de la poesía y el arte -algunas páginas a la venta incluyen dibujos y bosquejos-.
Los vestidos, los complementos y las joyas, en cambio, dan testimonio del brillo que alcanzó en el mundo del cine la exuberante rubia, protagonista de filmes como Los caballeros las prefieren rubias (1953) y Cómo casarse con un millonario (1957).
Muestra de esa dualidad que siempre marcó a Marilyn es una carta, que también saldrá a la venta, y que redactó desde un psiquiátrico de Nueva York en 1961. Tras romper un vaso de cristal y amenazar con mutilarse si no era liberada, escribió: «Soy una actriz y nunca me marcaría intencionadamente. Soy así de vanidosa».