Alerta tóxica en Seseña

J. M. / Seseña
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Un fuego presuntamente provocado en el cementerio de neumáticos pone en riesgo de intoxicación a los vecinos de El Quiñón. El vertedero ilegal tenía unas 70.000 toneladas de neumáticos acumulados desde hace años que prolongará el siniestro días o sem

Diluviaba ayer pasada la medianoche sobre Seseña. Llovía sobre mojado. Sin embargo, las trabajadoras de una gasolinera cercana detectaron unas llamas en el campo. Era el origen del siniestro. Los vecinos de El Quiñón, urbanización construida por ‘El Pocero’, dormían apaciblemente ajenos a que el enemigo al que todos apuntaban iba a motivar una alarma que disparaba la declaración del nivel dos de alerta del Plan Territorial de Emergencia de Castilla-La Mancha (Platecam). El conocido como el mayor cementerio de neumáticos de Europa, al pie de la A-4 y a apenas un kilómetro de la urbanización de El Quiñón, ardía de modo imparable y con una fecha de extinción que se prevé de días, o semanas incluso. Las alrededor de 70.000 toneladas de neumáticos acumulados durante años y abandonados desde entonces en este punto entre Seseña y la Comunidad de Madrid provocaron hacia las 17 horas que la Junta de Comunidades evacuara a los miles de vecinos por la toxicidad. Precisamente, el origen del incendio se declaró en el término madrileño de Valdemoro.

Hacia la 1,30 horas, se desataban unas llamas cuya propagación parece intencionada, tal y como resaltaron las autoridades políticas. De hecho, los bomberos tuvieron muchos problemas para llegar a la zona por el terreno totalmente encharcado; además, las llamas comenzaron en una esquina del cementerio, que fue denunciado por la Guardia Civil en 2001 y tenía columnas de neumáticos de más de 20 metros. Desde entonces, los servicios de emergencias se concentraron en este punto limítrofe situado entre la provincia de Toledo y la Comunidad de Madrid.

Las condiciones del tiempo iban a empeorar durante la noche e iban a favorecer la concentración de elementos tóxicos a favor de viento y el riesgo de que alcanzase a la población, que tenía las ventanas cerradas y las persianas bajadas. Los agentes de emergencias habían aconsejado a todos los vecinos por la mañana que permanecieran confinados. Sin embargo, horas después, comenzaba la evacuación de El Quiñón, con alrededor de 10.000 vecinos. De esta manera se trataba de evitar irritaciones en los ojos o en las vías respiratorias, así como intoxicaciones diversas.

La gigantesca columna de humo negrísimo evidenciaba la gravedad del incendio. Se atisbaba a muchos kilómetros de distancia desde su origen, en el cementerio de neumático que existe desde hace unos 20 años, y discurría por encima de la urbanización de El Quiñón. Los helicópteros se turnaban en un ir y venir constante para expulsar el agua extraída en un estanque de la urbanización y evitar así que se extendieran aún más las llamas.

Los cambios de viento obligaron a los servicios de emergencias a replantear el modo de mitigar los efectos del incendio. Así, este fenómeno de hasta 25 kilómetros por hora complicaba las tareas de los servicios de emergencias y conducía la columna de humo en dirección a la urbanización. Más allá, se dirigía a una zona deshabitada de la Comunidad de Madrid, según detalló el inspector de los bomberos del servicio madrileño, Luis Villarroel.

dos flancos de incendio. El frente sur del incendio se detuvo en la barrera colocada por los bomberos, por lo que estaba totalmente controlado, pero el flanco derecho avanzaba paulatinamente. Los bomberos de la Comunidad de Madrid calculaban que se extendía por nueve hectáreas las llamas, lo que supone alrededor del 50 por ciento de la superficie de neumáticos. Estos agentes de emergencias echaron agua al perímetro y productos extintores químicos que penetraban en el material para intentar su apagamiento.

El servicio de emergencias del 112 había desplegado hasta el cementerio de neumáticos a los bomberos del Consorcio Provincial de los parques de Toledo, Illescas y Santa Olalla, así como tres helicópteros y seis medios terrestres de los forestales, junto con un avión de coordinación. Equipos de Cruz Roja y agrupaciones de Protección Civil de Seseña, Borox, Ontígola, Numancia de la Sagra y Esquivias, junto con la colaboración de la madrileña de Aranjuez, formaban parte también del dispositivo. La Comunidad de Madrid envió un total de siete dotaciones de bomberos, y el Ministerio de Agricultura y Medio Ambiente remató el operativo con dos hidroaviones. Aparte, llegaron también distintas ambulancias de soporte vital básico.

Los bomberos buscaban ayer hacer unos cortafuegos para perimetrar la zona incendiada y evitar la expansión a esta superficie repleta de neumáticos a lo largo de 12 hectáreas, para mitigar el daño ambiental, tal y como resaltó el presidente de la Junta, Emiliano García-Page, quien incidía también en evitar unas posibles consecuencias en la salud de los vecinos. «El mayor problema ahora es ambiental», dijo.

Al respecto, recordó que el fuego se ha producido cuando había un acuerdo con la Comunidad de Madrid para eliminar las ruedas con la empresa pública Tragsa.

La Policía Judicial de Valdemoro está instruyendo la investigación con el apoyo del Servicio de Protección a la Naturaleza (Seprona), que orientan las pesquisas según los primeros indicios a un fuego intencionado.

El cementerio de neumáticos suponía un peligro claro, al menos para los vecinos. «El 90 por ciento de España sabía que era un riesgo», comentaba uno de ellos que veía cómo se extendían las llamas bajo el humo negro. Sin embargo, no había elementos extraordinarios de seguridad en esta parcela privada para vigilar estas miles de toneladas.

La Guardia Civil de Tráfico cortó la circulación en la R-4 durante una hora y media, entre las 16,40 y las 18,15 horas del 4,300 al kilómetro 32 para reparar los tendidos eléctricos afectados por el humo del incendio.

La repercusión social del incendio alcanzó también a los escolares. Así, se suspendieron las clases en los colegios de El Quiñón y el Fernando de Rojas, así como en el IES Salinas de Seseña.