El arzobispo de Toledo expresaba así su temor a que «no se escuche la voz del Señor ni palpite el entusiasmo necesario para hacer el bien». «Ese no es el deseo de Dios», ha asegurado Braulio Rodríguez, quien ha insistido en que «nadie queda excluido de la alegría del Señor». La alocución ha terminado con el rezo del Padre Nuestro.