El Museo Victorio Macho acoge esta pieza gracias a la cesión de quien pensó que este toledano espacio era el «más digno de los posibles en el que exponer» un retrato. Paloma Acuña Fernández consideró que dado que el escultor no solía tener una clientela alejada de su más cercano grupo de amigos, «es posible que Alfredo López López (el abuelo del joven fallecido) fuera amigo de Victorio Macho.