Los siglos XVI y XVII, tan habitualmente destacados en España por su producción artística y literaria, tuvieron en ciudades como Toledo «una cara menos amable, pero no por ello menos real». El Siglo de Oro, comentó ayer en el Centro Cultural San Marcos el historiador y archivero Miguel Gómez Vozmediano, «tenía también, en realidad, mucho de oropel».