Una procesión única y señera que emociona. Quien acude año tras año a la procesión del Corpus Christi puede apreciar las diferencias de un protocolo que se dice inamovible y cuyo origen se remonta al siglo XVI. Ayer la ciudad disfrutó de su Día Grande mucho mejor que años atrás. El tiempo acompañó y el público supo moverse por el laberinto del Casco para presenciar el paso del cotejo eucarístico.