El mapa de los trastornos alimentarios en niños y adolescentes ha variado en los últimos años en España, un cambio marcado por la reducción en la edad de comienzo de la patología, que ha pasado de los 15 a los 13 años, y por la mejora del diagnóstico, que ha permitido poner nombre a nuevos trastornos.
La anorexia sigue siendo el principal trastorno de la alimentación entre niños y adolescentes españoles que cada vez debutan antes en la enfermedad, tal y como explica la jefa de servicio de Psiquiatría y trastornos alimentarios del hospital Niño Jesús, Montserrat Graell.
De esta manera, si hace una década la edad del diagnóstico se situaba en los 15 años, en la actualidad se ha reducido a los 13, e incluso hay un aumento de casos en niñas que se diagnostican antes de la menarquía -aparición de la primera menstruación-, por debajo de los 12 años.
Para la también presidenta de la Asociación Española del Estudio de los Trastornos Alimentarios (Aeetca) las causas de este adelanto son múltiples: mejora de la capacidad diagnóstica, adelanto de la adolescencia y conocimiento de nuevos trastornos de alimentación que antes pasaban desapercibidos, entre otros. Entre estas nuevas formas de detección, Graell destaca el trastorno por atracón, que consiste en la ingesta de gran cantidad de comida, la sensación de perder el control sobre lo que se come y de no poder parar pero en el que, a diferencia de la bulimia, no hay medidas de compensación en forma de vómito, por lo que los niños que lo padecen son en muchos casos obesos, lo que dificulta el diagnóstico.
Además, esta especialista apunta a otro tipo de trastornos que implican alteraciones en la forma de comer, pero que no están relacionados con el miedo al peso o la obsesión por la figura. Son los conocidos como trastornos por limitación y restricción de la ingesta de alimentos. Dentro de esta categoría están las personas «inapetentes», que comen menos de lo que necesitan (es el principal trastorno en menores de cinco años y cada año el Hospital Niño Jesús recibe 80 nuevos casos), los comedores selectivos (solo ingieren alimentos con unas características específicas de color, textura, etc) y aquellos que tienen miedo a las consecuencias de la comida, por ejemplo a atragantarse.
«Cualquiera de estos tres tipos no refieren problemas respecto al peso ni a la imagen corporal, pero la aparición de este nuevo trastorno en la clasificación nos ha salvado mucho porque, aunque estos niños no tienen anorexia como tal, sí padecen un problema de alimentación muy grave», explica.
No obstante, de los 200 niños y adolescentes que cada año llegan al Niño Jesús para tratarse de algún trastorno alimentario, el 70 por ciento sigue siendo por anorexia nerviosa restrictiva (el 90 son chicas) y el 15 por ciento tiene menos de 12 años (en este caso, el 60 son niñas), mientras que el trastorno por atracón y la bulimia es más frecuente según avanza la adolescencia.