Son seguramente los momentos más emotivos de la mañana, cuando menos ajetreo se produce de gente que va y viene por el interior de la iglesia porque casi todos han ido a coger sitio en el recorrido para verla de cerca luciendo su manto de terciopelo con infinidad de aljófares, perlas, coral, rubíes y otros elementos donados por los toledanos a lo largo de los siglos.